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Pabellón o cuartel de los suicidas

El Misterioso pabellón de los suicidas 

Por Maria Flavia Lossio

El Cementerio Presbítero Maestro en Lima, Perú, es uno de los camposantos más antiguos y bellos de Latinoamérica. Declarado Patrimonio Cultural de la Nación, alberga las tumbas de héroes patrios, expresidentes, literatos y científicos. Sin embargo, una de las zonas que más llama la atención de los visitantes es el llamado "Pabellón de los Suicidas".

 

El Pabellón San Joaquín, popularmente conocido como el “pabellón de los suicidas”, fue inaugurado  en 1924 y tiene una capacidad para alojar hasta 906 ataúdes. Según la tradición asociada, este lugar fue destinado para aquellos individuos que no eran considerados dignos de recibir sepultura en un cementerio convencional. Entre sus ocupantes se encuentran excomulgados, seguidores de otras creencias religiosas, así como aquellos que murieron en duelos de honor, y en su mayoría, personas que se quitaron la vida, de ahí su nombre que lo ha hecho célebre.

Según el diario La Noticia, en su artículo "La historia del “Pabellón de los suicidas”, nos dicen que en este sitio reposa la tumba de Gregoria Camacho, reconocida como la Bruja Mala, cuya lápida ostenta el distintivo símbolo de la muerte, una calavera con dos huesos cruzados, tallado en ella. Se cuenta que inicialmente, al ser sepultada, su lápida presentaba símbolos religiosos como es común en cualquier otra tumba, pero de manera misteriosa, esta se rompió. Actualmente es visitada por curanderos y chamanes que vienen dejarle ofrendas, para obrar bien en sus hechizos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Este pabellón ocupa un espacio que en el siglo XIX formaba parte de los alrededores del Cementerio Presbítero Maestro. El terreno previamente era un potrero que la Iglesia adquirió poco después de la inauguración del cementerio.

En la investigación “La historia del Pabellón de los suicidas”, del periodista Pedro Gabriel Arciniega Quispe, se destaca que antes de la existencia de este pabellón, las personas que se suicidaban eran enterradas en fosas comunes o simplemente abandonadas a la intemperie, a merced de los animales carroñeros. La Iglesia, en su intento por dejar sentada su posición en todo momento, consideraba que el acto de suicidarse era una traición a la patria o un pecado, lo que reflejaba su enfoque moral y religioso sobre este tema.   

 

Una de las historias más famosas es la de los primos que se amaban pero cuyo amor era imposible, por lo que decidieron quitarse la vida juntos. También está la del boticario que en 1926, presa de los celos, asesinó a su joven pareja y luego se suicidó.

 

Incluso en la actualidad, este pabellón sigue siendo visitado por chamanes y curanderos locales, quienes creen que allí se concentra una energía especial. Algunos visitantes afirman sentir malestares como dolores de cabeza y falta de oxígeno, síntomas que relacionan con la presencia de espíritus.

 

David Pino, guía del cementerio Presbitero Maestro, afirma que “No todos son suicidas, son solo unos cuantos. Este sector es Laico, vas a encontrar gente que no es católica y es uno de los requisitos para estar en este sector. Lo cual no quita que haya uno que otro suicida en el lugar, pero no quiere decir que todos que estén allí sean suicidas”. 

 

A pesar de la tristeza y el misterio que rodean este lugar, el Pabellón de los Suicidas sigue siendo un punto de interés para aquellos que buscan descubrir más sobre la historia y las leyendas del Cementerio Presbítero Maestro.

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Imagen: Mausoleando Tv

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